Nuestra Historia
Hace mucho, mucho tiempo, hubo un niño saharaui llamado Banani que pasaba los
veranos en España alojado con familias de acogida gracias al programa de “Vacaciones
en paz”, promovido por la colaboración conjunta entre asociaciones y las familias de
origen y destino, así como todo el organismo burocrático que las amparaba. Pues bien, el
tiempo fue pasando y ese niño se hizo mayor entre idas y venidas, teniendo entre medias
la oportunidad de formarse en una escuela de cocina en la ciudad de Granada, lugar donde
conoció a otro de los protagonistas de nuestra historia, Erik De Pedro. Juntos, siguieron
formándose y trabajando, aprendiendo de la experiencia y sabiendo que el destino les
aguardaba algo grande. En este tiempo Banani conoció a su compañera de viaje, Sonia,mujer
incansable y luchadora que decidió formarse en el ámbito de la cooperación para
hacer de sus sueños compartidos una realidad y, juntos los tres, tomaron la decisión de
coger sus ahorros, vender sus pertenencias más preciadas y sumergirse de lleno en lo que
en sus cabezas llevaban urgiendo más de 10 años: construir un comedor – escuela de
cocina en el corazón del Sáhara: concretamente en el campamento de refugiados saharauis
de Auserd. Y vaya si lo hicieron, se liaron la manta a la cabeza (o el turbante, mejor dicho)
y se pusieron manos a la obra, sin importar el calor o los vientos del siroco, pero sin
volverse locos… A su vuelta, sin pensárselo dos veces, constituyeron formalmente la
asociación “Cocina por el cambio”, registrada en Córdoba (Andalucía), siendo el resto
historia viva. Isis (compañera de batallas en las temporadas en Menorca de Banani y
Sonia) se unió al grupo para aportar sus conocimientos en materia de restauración y
marketing, su pareja Alberto se puso manos a la obra junto a Sonia para darle forma sobre
el papel a todo lo andado hasta la fecha y, la hermana de este último, Irene, comenzó a
ofrecer sus conocimientos como médica en materia sanitaria y nutricional para que el
proyecto que había comenzado a cocinarse no se dejara ningún ingrediente por el camino.
Por último, se encuentran Bonifa y Meimuna, dos mujeres saharauis que son el estandarte
de la asociación, representando la experiencia sobre el terreno, la tenacidad y la sororidad
entre hermanas. La primera cuenta con un amplio recorrido en cocina y organización de
eventos, la segunda, en gestión de los recursos, administración y logística. Juntas, hacen
que todo lo que se planifique sobre el papel, se lleve a la práctica de la forma más óptima
posible. Ambas simbolizan a la perfección los valores de la mujer saharaui y hacen que
este grupo humano esté completo y preparado para hacer realidad este proyecto. Tenemos
todo listo y preparado para comenzar el curso en octubre de 2024, ¿te unes?